viernes, 2 de julio de 2010

Lamidas al despertar

Me desperté esa mañana emocionada.  La frustración de cómo deseaba pasar mis quince años, en comparación de lo que tendría ya se me había pasado.  Era un simple día entre semana para los demás, pero para mí era especial. 

No había terminado de salir de las sábanas, cuando la puerta de mi dormitorio se abrió: Consentida entró, con una rosa en el hocico.  Saltó como siempre a la cama a llenarme de besos, mientras yo agarraba la flor, que para entonces caía encima de mí.    Nos quedamos jugando en la cama un buen rato, hasta que llegó mi mami a darme mi abrazo. 

Algunas mañanas, si estoy adormitada pero consiente puedo repetir ese momento, la sensación y los olores que sentí quedaron grabados en mi memoria, al fin y al cabo las lamidas, no tengo que recordarlas, porque los bisnietos de Consentida siempre me despiertan así. 

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