En la última parte de mi
recorrido de trabajo hoy, observé una casa, sencilla, linda, no por la
construcción ya que su frente es un cuadrado con puerta y ventana. Es
la terraza, la que llama la atención, con botes y cubetas usadas como
macetas y que a su vez sirven de baranda, y en estas: geranios, rosales,
un limonar y un naranjal cargado de frutos (nunca imaginé que se dieran
de esa manera). Y entre el colorido de las flores tres cabecitas
caninas, no son de raza aunque se puede adivinar qué genes tienen.
Mueven la cola, fisgonean y por ahí veo a una anciana, les sonríe, los
acaricia, y les sirve agua en una palangana.
La imagen irradia tranquilidad, belleza y amor, es contagioso.
Y por eso decidí escribir este tema, para no olvidarme de la sensación que me dejó y para animar a otros que busquen esas fotografías mentales, que les brindan paz. Si creen que no las tienen, háganlas, están en todos lados: entre el caos, la indiferencia, y la monotonía, siempre hay un momento risueño que los animará. En especial si hay un perro.
La imagen irradia tranquilidad, belleza y amor, es contagioso.
Y por eso decidí escribir este tema, para no olvidarme de la sensación que me dejó y para animar a otros que busquen esas fotografías mentales, que les brindan paz. Si creen que no las tienen, háganlas, están en todos lados: entre el caos, la indiferencia, y la monotonía, siempre hay un momento risueño que los animará. En especial si hay un perro.
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