viernes, 30 de septiembre de 2011

Las temporales de Elba

Recién, en la búsqueda de un hogar para Beto, Lissy, una de las voluntarias de Adopta una Mascota, me puso en contacto con Elba.  Una amiga de ella deseaba darle  hogar temporal a Beto y sí todo resultaba bien con la perrita que tiene lo adoptaría.   
Aunque al final el perrito se fue con otra familia, la comunicación que mantuvimos con Elba en esos días, hizo que nos conociéramos un poco más.

Así fue como me enteré que ella también tiene perros para dar en adopción en su casa.   Me contó que una de las perritas es tan territorial que ya ni siquiera hace el intento de conseguirle otro hogar.  Me dijo: ‹‹Ella está bien aquí, no me arriesgo a que por su carácter la traten mal.››

Entre las perras que Elba cuida, está Eva de cuatro años, llegó embarazada y dio a luz a 8 perritos.  De todos ellos sólo Eva está pendiente de ser adoptada.   Telesa de cuatro años y Mici (su recuperación, de la sarna con la que Elba la recibió, es sorprendente) de cuatro meses también esperan  la oportunidad de tener un hogar.

Hoy no ha sido una historia, es un pedido de ayuda, porque así como estas perritas muchos perros más necesitan ser adoptados. 



Si desean adoptar a alguna de estas perritas pueden escribir a: elbalacetex@gmail.com

sábado, 24 de septiembre de 2011

Travesuras de Musa

Luego de la tremenda Skippy, las travesuras de Musa no fueron gran cosa.   Eso sí, después de ver lo bien que se portaba, me agarró desprevenida las pocas veces que realizó alguna. Estas son un par de las que me acuerdo:

Regresamos con Rk de cenar con unos amigos y al ver el piso de la sala lo veo forrado en pequeños, sí muy pequeños papeles de colores.   Parecía pica pica, del que se usa para los cascarones de carnaval.   Todavía vi a Musita echada al pie del sillón recortando con sus dientes lo que quedaba de una revista.  Skippy observaba la escena (creo que sonreía), con su mirada me decía: ‹‹Ves, ella también rompe cosas.››
Era una revista de productos de Disney que había guardado para mandar a pedir una colcha que tenía bordada a cuatro perros de la película: Los 101 Dálmatas.
Para entonces no tenía Internet y necesitaba la página que tenía los códigos para realizar el pedido.  Encontré la mitad de la hoja y recuerdo que así la envié toda masticada, sólo agregué una nota: ‹‹Espero acepten la orden en estas condiciones ya que mi perra se comió el resto.››
Todavía tengo la colcha que vino dos meses después.

Otra vez, estaba sola en casa y para relajarme un poco escogí mi música favorita, me coloqué los audífonos y me puse a escuchar las canciones que tanto me gustaban.  Ponía un CD tras otro.  De cuando en cuando, desde donde estaba, miraba a Skippy dormitando en un sillón y atrás de otro en el suelo, alcanzaba a ver a Musa echada, no la cara pero el lomo y las patas traseras, entonces yo le hablaba y ella estiraba su cuello y así le miraba su rostro feliz mientras movía la colita; luego volvía a su posición y continuaba, según yo, durmiendo.
Al fin de unas quince melodías me levanté y entonces pude ver a Musita.   Ella estaba echada muy entretenida, deshilando con afán la alfombra de centro de la sala.   Me enojé muchísimo, más porque lo hizo frente a mí, la regañé y vi que no me entendió.  Se le notaba orgullo por la manera en que deshizo la mitad del tapete.
Y es que he de decir, yo no lo hubiera hecho mejor si hubiera tratado.  Fue un trabajo dedicado.  Si yo hubiera tenido la mitad de paciencia de Musa habría tejido la alfombra de nuevo.   Tuve la intención de hacerlo, pero luego de un par de meses que pasó guardada en una bolsa, ocupando espacio, la regalamos para colchón de un perrito.

Y ahora que he escrito estas, me acuerdo de más travesuras pero otro día se las contaré.

sábado, 17 de septiembre de 2011

El refugio de Rosa Zetino

Hace unos días leí en una red social que Rosa Zetino no puede continuar con el refugio, debido a la economía y sobrepoblación de los perros.  Y solicita que se difunda la noticia para encontrar hogares adecuados para ellos.
Triste noticia, pero me imagino que para que haya considerado esa opción es porque ya no tiene otra.  

Y para quien no sepa quién es Rosa Zetino les cuento: 
Ella es una mujer Guatemalteca que, se ha dedicado por más de cuatro años a rescatar perros callejeros, en especial los que no tienen raza, que padecen de algún impedimento ya sea por nacimiento o por accidentes que sufrieron mientras vivían en las calles.
A los perros los tiene en su casa y son más de 70.  Tiene de todos los colores, tamaños y edades.   
Debido a la cantidad que ayuda, pasa el mayor tiempo atendiéndolos y los pocos ingresos económicos se van con rapidez para el pago de alimentos y cualquier otra necesidad de los canes.
Su labor es tan admirable que han realizado reportajes y televisivos para dar a conocer su refugio y así ayudarla a recaudar fondos, pero estos (los pocos que llegan) son momentáneos y la necesidad es perenne.

La primera vez que leí sobre ella fue en el año 2009, para entonces tenía 59 animales.   Ha logrado dar en adopción a algunos, pero el número de sus rescatados crece, no sólo por la irresponsabilidad de las personas que no castran a sus animales, sino también porque le cuesta encontrar hogares que deseen adoptar a perros sin raza como los que ella ayuda.  

Entonces ahora es nuestra oportunidad de ayudar también. Ella ya ha realizado el trabajo más difícil: Rescatarlos. Dedicar su tiempo, dinero y espacio para cuidarlos.
Podemos colaborar adoptando o realizando donaciones mientras ubica a los perros que aún le quedan.
Pueden comunicarse con ella al teléfono 58262728 o por medio de Facebook bajo su nombre.

Y al ver un animal necesitado tengan presente las palabras de Rosa Zetino:

"El reportar a un animal que necesita ayuda NO ES UNA FORMA DE AYUDAR...
Ayudas si le das hogar temporal, ayudas si le das comida, agua y no esperas que alguien lo haga por ti.
Ayudas si te tomas el tiempo necesario para encontrarle un hogar bueno, aunque esto pueda tardar meses incluso años.
Ayudas si dejas de preguntar: ¿Qué raza es? y decir: Yo lo adopto/yo lo cuido.
¿Y tu, realmente ayudas?"

sábado, 10 de septiembre de 2011

El Rodesiano

Fuimos a votar a media mañana y satisfechos regresamos a casa.   Mi esposo manejaba y yo de copiloto, un movimiento proveniente de las calles de la zona 14 llamó nuestra atención, un perro grande corría o mejor digo galopaba sin preocupación, atravesándose la avenida Las Américas hacia la zona 13.  Entre cerramos los ojos, por el golpe inminente que asumimos le daría la camioneta que iba adelante de nosotros.   Ese chofer resultó ser de los pocos que sí aprecian las vidas de los perros y todavía vimos el bus tambalear por el giro que le dio para evitar pegarle al can que, ni cuenta se dio.

Rk dobló en la cuadra hacia donde el perro se dirigió y en la banqueta lo encontramos parado, con la lengua de fuera y algo desorientado.  —‹‹Llevémoslo.  Este anda perdido›› —me dijo Rk.
No respondí, con el auto detenido frente al perro, me bajé y dije: ‹‹Entra››.  Lo hizo, se sentó en el sillón de atrás y fue cuando observé en realidad que tan grande era el animalito que acabábamos de recoger.   A pesar de lo amigable que era, creo que es la primera vez que he sentido cierto temor por un perro.   Tal vez fue su tamaño lo que me impresionó, la mirada o cierto gesto; pero no mereció mi desconfianza.

En casa revisamos la cadena que llevaba al cuello, un eslabón extra y colgante nos advertía que una medalla había sido perdida.  Le tomamos fotos, imprimimos volantes y salimos de nuevo a recorrer Las Américas con todo y “perrito”.  
En el camino mientras preguntábamos si lo reconocían, un señor nos dijo: ‹‹¡Pero que bello Rodesiano!››.  Nunca había oído de la raza antes y por lo que nos explicaron, en el auto llevábamos a todo un ejemplar.

El martes, día que todos ya laboraban sin excepción, llamamos a veterinarias; ninguna tenía por paciente a un perro así.  Tres días más pasaron y ni señas de encontrar a la familia.  La comida de un mes de nuestras perras apenas alcanzaría para terminar la semana, porque nuestro invitado tragaba igual que su tamaño.
Lo sacamos un par de veces más para ver si reconocía alguna área en especial, lo llevamos hasta carretera a El Salvador y lo que aprendimos fue que el perro se emocionaba con todo.

Fue una semana cansada, tanto física como emocional. Teníamos que estar muy atentos al abrir la puerta de la sala para evitar enfrentamientos con las Cockers, sostenerlo en lo que entraba o salía uno de los autos para que no se escapara.  
Estaba a punto de perder la esperanza de encontrar a los protectores del Rodesiano, cuando por necedad volví a llamar a las veterinarias.  En una de la zona 14 tuve la suerte que me contestara el doctor y no la asistente como la primera vez.  Le expliqué lo del rescatado y me dijo que sí, él tenía un paciente de esa raza.  Me pidió mis datos, volvería a llamar luego de comunicarse con la familia del perro, tal vez era el de ellos.

Unos minutos después llamaron por teléfono.  Daban al perro por perdido porque siempre regresaba y si no, tenía la medalla al collar. Amonesté con cierta delicadeza a la persona con la que hablaba: ‹‹¡Por poco lo atropellan! No dejen que se salga. Mire que ha sido difícil encontrarlos, porque se le ha de haber caído la medalla.››
Como dije, tuve suerte y también el perro, los dueños se habían rendido desde antes de buscarlo asumiendo que tenía la información de su hogar.   Luego me contaron que también la veterinaria fue avisada, acerca de la pérdida: la asistente había tomado el mensaje.

Fueron a traerlo y luego de verificar que sí era de ellos, sin recibir recompensa (como siempre hacemos) a pesar de ser ofrecida , ni pago por alimento (algo que sí debimos solicitar por lo que comió) entregamos al grande y dulce perro llamado Zulu.





viernes, 2 de septiembre de 2011

Lindo piojoso II (La adopción)

Lindo Piojoso, le puse de apodo al perrito encontrado el 17 de agosto. Beto, lo llamó mi mamá para que lo identificaran en la veterinaria y Gizmo, el nombre que Liza Vela (una de las voluntarias de Adopta una Mascota) mencionó como el ideal para el perrito.  Este último fue la mejor ocurrencia.

Beto tuvo suerte, las chicas de Adopta una Mascota le encontraron hogar en tiempo récord. Y es que eran tres las opciones, al final la decisión se consideró en base a quién estaba dispuesto a llevárselo de inmediato a casa como estaba, que continuara el tratamiento; y que ofreciera adopción segura, sin condiciones.

La urgencia de entregarlo era por los perros grandes, Beto se sentía mejor y podría intentar salirse del área segura, además me harían una  operación en esos días y por lo mismo no iría a ver su progreso y vigilar que lo estuvieran cuidando como se debía, al menos por dos semanas.
M. Inés lo adoptó, con piojos o sin piojos, ella lo quería ya.  

En lo que lo llevábamos al punto de entrega, Beto fue muy entendido.  Vio la caja y le dije: ‹‹Adentro, que te llevo con tu nueva familia.›› Él entró, se acomodó y en el camino realizó un intento de salirse de ella, del que desistió cuando le hice una seña indicándole la caja.  
Los perros rescatados tienen una inteligencia extraordinaria y es lamentable que la mayoría de las personas no lo sepan o no lo crean, porque entonces habría menos perros callejeros.

De no ser porque en casa se está tratando el problema de piel de una de mis hijas caninas, si no Beto se habría quedado aquí (para evitar contagiarlo a él y que él contagiara a la mía).  Hubiera costado mucho, porque los Cuachuchitos son malcriados, territoriales, en fin.  Pero el tamaño del perrito lo hacía posible.

Llegamos al lugar, adoptante y contacto esperaban ansiosas la llegada de Beto. Desde que lo vieron las jóvenes lo abrazaron, lo mimaron y lamentaron la condición en la que estaba.   Luego de conocernos en persona y dar la poca información que sabía del perrito, nos despedimos.   Es de las veces que me porté más fría, sé que si le hacía un solo cariño era suficiente para llevarme a Beto de regreso.

Cinco días después, según me dijo M. Inés, él juega todavía con reserva, y a pesar de sus problemas piel y la cojera de una pata (con la que ya no se apoyó más desde que lo revisaron, según me dicen)  no deja de seguirla y me imagino venerarla.
¡Bien por ti Beto! ¡Felicidades M. Inés Por tu nuevo fan!


Gracias a todos los que hicieron posible que Beto tenga a partir de ahora, una vida feliz.



Apenas 6 días después de su rescate

Historia pendiente (del viernes 26)

El viernes pasado, debido al reposo obligatorio por una operación (apenas un día después), no hubo relato, consejo ni regaño; o sea no escribí nada. Hoy, pues, me pongo al día.

Las pláticas con nuestros amigos tienden a llegar al tema de los perros (no creo estar develando un secreto).  De hecho, he notado que hacemos un esfuerzo para no seguir hablando de ellos, tanto nosotros como nuestros amigos; pero no falta la historia canina y esta es de una de esas pláticas.

Hablando de lo desgraciadas que son algunas personas, respecto al trato a las mascotas, con bebidas en mano y rostros indignados, Roberto tomó la palabra:

‹‹¿Se acuerdan de Gustavo? Bueno a él también le gustan los perros.  Y por su trabajo, hace poco, fue a casa de un señor, no sé si a cobrar o a vender.   Resulta que, mientras esperaba que el señor llegara, lo atendió la esposa.  En lo que hablaban, haciendo tiempo, contó que se apareció una perrita que estaba flaca de lo peor y por pelo tenía un solo mechón.
—¿Y esa perra? ¿Está enferma o es así —dice que preguntó.
—¡Ratos que está enferma la chucha! Es que no hemos tenido tiempo —le respondió la señora.
—¡Pobrecita! ¿No la han podido llevar al veterinario?
—No.  No hemos tenido tiempo para ir a perderla.  Y a mi marido siempre se le olvida comprar veneno —dijo la vieja.
—¡Ah! ¿Qué? ¡No!  Sabe qué, mejor démela si está pensando hacer eso.

Total, que salió de ahí con perra y maldiciendo a ese tipo de gente, si es que se le puede llamar así.
Vieran que bonita es la perrita, ahí la tiene en su casa y la está tratando mientras le encuentra un hogar.››