viernes, 29 de agosto de 2014

El hogar de Keyla y Gecko


Siguiendo la anécdota de mis Cuachuchitos:
 
En ningún momento en años anteriores se nos antojó quedarnos con un perro macho.  Yo estaba acostumbrada a la delicadeza y manipulación de las hembritas.  Se salen con la suya siendo tranquilas y coquetas, a diferencia de lo que entonces sabía de los machos: pesados, groseros y marcadores (no todos), no por eso dejan de ser bellos y querendones, pero la idea no me atraía y a mi esposo tampoco.

Perseo demostró preferencia por mi esposo desde que comenzamos a darles biberón, Rk se hacía el desentendido y trataba de no encariñarse con él.  Mi pequeño Gecko se aferró a mi y yo no pude evitar enamorarme del chiquitín; sin embargo la decisión estaba tomada, nos quedaríamos con Nova y tal vez, sólo tal vez con Keyla, aunque mi mamá la quería para ella.
Con la muerte de Greka, la idea no cambió, teníamos encargados a los dos machos para excelentes hogares, pero nuestro corazón había cambiado lo que el cerebro planeaba.   La lealtad que Perseo demostraba hacia Rk, era tan grande que yo no podía imaginar que se pudiera ir a otro hogar.  La decisión final era de Rk: Persy se quedó con nosotros.

Al decidirnos por Nova y Perseo, sabíamos que Keyla se iría con mi mamá, que vivía a sólo tres casas de la nuestra así que no me dio tanta tristeza.  Gecko, en cambio, era para una persona que lo cuidaría y amaría como todos los perros merecen.  
Las madres, siempre cuidando de los sentimientos de los hijos, entendió el dolor que me causaba separarme de mi chiquitín y ofreció quedarse con él también.  Y yo acepté sin pensarlo ni una vez.

Los planes cambiaron, todo era perfecto, aún se quedarían los cuatro cachorros en casa mientras crecían un poco más.    La verdad yo tampoco quería alejarme ni un metro de los otros dos y el pretexto parecía perfecto, hasta que un día regresamos del cine y supimos que ya era el momento.  Luego de limpiar el piso de la necesidades realizadas por cuatro cachorros comelones, llevé a Keyla y a Gecko a casa de mi mamá, su nuevo hogar... por algún tiempo.  No se preocupen, es un feliz resultado que luego les relataré.  

Sean felices junto a sus perros y colaboren en la vida de un perro sin hogar.


Hasta la próxima,
Nova A.S.G.

viernes, 22 de agosto de 2014

Sombras caninas

Imagino que:

Las sombras que nos siguen cuando la luna nos ilumina, no son nuestras.
Son espíritus que velan por indefensos como tu.
La brisa, es la caricia que pueden ofrecerte.
Y el soplar del viento, susurro de afecto.

Tu sombra, mucho más pequeña que la mía, es la de tantos que no tuvieron oportunidad.
Ahora se acogen contigo para conocer lo que les fue negado en vida.
Esa es la razón por la que te mantienes firme ante tu cuerpo indeciso.
Tanta es tu nobleza, aún si no eres victorioso, has conocido y dado a conocer la paz.

Mi sombra, podría ser que sean los que velan por causas como la tuya.
Por amor a los indefensos en vida, o penitencia por la falta de este.
Me acompañan, aún sin luna; me apoyan, aún sin cuerpo.
Las sombras sólo son oscuras pero tan buenas o tenebrosas como nuestros propios pensamientos.


Sé que:

Sin importar cuándo, así sea sola o acompañada desde ahora siempre veré tu sombra junto a la mía.


viernes, 15 de agosto de 2014

Prisionero de las dolencias

Para Ágenor, un perro luchador.
Nova A.S.G.

Ese flemático caminar tuyo,  te duele, me duele.

La apatía de tus pasos se ve y se escucha cuando arrastras una pata tras de la otra.
Al verte busco a ese perro jadeante por el cansancio del juego y la emoción.
Pero estás muy lejos aún de ser de ser uno de ellos.
Tampoco eres como los otros que jadean por la fatiga de buscar alimento y por la sed.
No, tu cuerpo no pierde energía en demostrar cómo se siente.  Ya no es necesario.

¿Cómo te veías cuando diste tus primeros pasos?
Seguro fueron más fuertes y decididos.  El mundo y la vida te causaban curiosidad.
Pasaron semanas que se convirtieron en meses.
La curiosidad se convirtió en hambre y sed, en necesidad por lograr un día más.
Un día conociste el dolor en tu cuerpo y ya no te dejó.

Ahora tienes un collar con tu nombre y un jalador para los paseos.
Pero caminas como cautivo.
Porque eres prisionero de las dolencias que te ha dado tu corta vida.
Entre momentos te liberas, olvidas, dejas atrás tu pasado con algunas zancadas.
Y luego… tu cuerpo no te lo permite por completo,  de nuevo te esclaviza.

Mientras caminamos, me pregunto: quién, por qué, cuál fue la razón de tu abandono.
Tú eres más sabio, no pierdes tiempo ante respuestas que no darán solución.
No te gastas en el enojo, te esfuerzas por el próximo paso y los que le siguen.
Mueves la cola al escuchar tu nombre y con ella todo tu cuerpo débil se balancea.
Recuerdas que estás aquí, en tu presente y tu cabeza se yergue y caminas con paso más firme.

Entonces ese flemático caminar tuyo ya no me duele tanto.




Sean felices, hagan felices a sus perros y colaboren en la vida de un perro sin hogar.
Hasta la próxima,
Nova A.S.G.

viernes, 8 de agosto de 2014

Perseverancia de un cuerpo débil

Algunos lo saben por experiencia propia con peores casos y menos recursos, a veces la recuperación de un perro rescatado puede ser frustrante, ahora yo lo sé.   Como una procesión en la que quienes la llevan dan tres pasos para adelante y uno para atrás.   Es una constante incógnita como en los partidos de fútbol que se deciden en penales, sólo que en estos casos no hay límites de goles o fallos.  El tiempo y el cuerpo son los que deciden; y si el rescatado soporta el cansancio, entonces  conoceremos el resultado.  

Ver a Ágenor retozando y comiendo con gusto, es una victoria y luego, en horas o al siguiente día: la derrota, y el proceso empieza de nuevo.  Él no sufre, pero cuando se pone mal, veo que se frustra también.  Es como si se molestara con su cuerpo por no responderle como desea.  Pero en los días que amanece sano, sólo parece un perro flaco que olfatea la grama y se revuelca en sus lugares preferidos.   Se pone atento ante todos los sonidos, saluda ladrando a todos los que se nos acercan en el paseo y mueve la cola indicando: ¡soy feliz!

Sí, hay peores casos, también están en los que el daño es externo: piel, quebraduras; y es probable que no sean sencillos de tratar pero es más fácil ver los cambios o el pronóstico es más exacto.  Con este perrito y recursos ilimitados tal vez no sería tan difícil, pero hay que trabajar con lo disponible.  Antes de él, habíamos tratado con desnutrición y leves problemas de piel, nunca con daños internos tan severos, aún así pudo estar peor porque los perros son fuertes.
No se asusten, ni se predispongan, si pueden rescatar a un perro de la calle sepan que no todos requieren de tanto esfuerzo para recuperarlos.  Como mencioné, de varios perros que hemos recogido este es el primero que necesita ese esfuerzo extra que uno cree no poder realizar.  Y si tienen esa intención con un perrito que ven a diario, háganlo antes de que se enferme o empeore.

Con él, he aprendido a entender que los logros son momentáneos, pero el trayecto  me ha enseñado más sobre la perseverancia de un cuerpo débil y que soy capaz de tener más paciencia de la que imaginé.   Me frustro por veces por no tener la capacidad de sanarlo sólo porque lo deseo, pero no me arrepiento del momento en el que tomé responsabilidad por él.   La satisfacción de verlo en sus buenos días me inspira a llegar hasta el final, sea cual sea, porque él también durante este tiempo está disfrutando de lo que no tuvo antes: un hogar.

Sea feliz junto a su perro y colabore en la vida de un perro sin hogar. 

Hasta la próxima
Nova A.S.G.

viernes, 1 de agosto de 2014

Quedaron seis

Los meses de crecimiento de mis cachorros, como he comentado en ocasiones anteriores, fueron difíciles.  Ellos me ponían más trabajo, pero también me causaban la alegría que necesitaba en especial con el fallecimiento de Greka.   También estaba Skippy, cumpliendo ese año sus 14 veranos y en esos días estaba convaleciente; si no recuerdo mal, aún le molestaba el derrame cerebral que había sufrido y del que todos creímos no se recuperaría.  Pero ella era fuerte.

Musa era joven aún, creo que tenía diez años, pero tanta enfermedad congénita la hacían ver y actuar como un perro anciano, mayor que la edad de Skippy.   No era de extrañar, ella fue una perrita comprada en una tienda de mascotas y luego adoptada por nosotros.  Entonces, el Internet no tenía el alcance en nuestro país como hoy en día y pocos sabían (o sabíamos) sobre las  “granjas de perro”.   Ahora, para quien no quiere investigar, la información está hasta en las redes sociales y en algún momento le llegará esa imagen de una asociación pro animalista que demuestre las razones del porqué no comprar.

Así que de ocho perros pasé a tener siete cuando murió Greka. Una convaleciente, otra eternamente enferma y cinco hermosos diablitos peludos que apenas dormían para recargarse y seguir jod… digo jugando.  Pero llegó el día en que los papás de Cocky, el padre de los Cuachuchitos llegarían a conocer a sus nietos y se llevarían a uno para convivir con ellos.  
Yo sabía que ese momento llegaría, se iría uno de mis Cuachuchitos, se me partía el corazón, no por preocupación sino por el dolor de que no iba a estar conmigo o al menos cerca.  Esta familia siempre fue responsable y amorosa con Cocky,  deseaban un nieto canino tanto como Rk y yo, el cuidado y amor que recibiría no era la causa de la aflicción.
Decidieron que se llevarían a un macho, el que era idéntico a su padre y por eso yo lo llamaba Junior.  Se me desgarró el corazón y lloré contar a sólo cuatro cachorros esa noche, no habría importado cuál hubiera sido, a todos los amaba y amo por igual. Todavía lo extraño.  Lo llamaron Mimo y me cuentan que sigue siendo muy malcriado porque tiene el mismo carácter que sus hermanos.   ¡Ya me imagino!  Acostumbrados a la apacible personalidad de Cocky, Mimo ha sido un reto, pero no importa, así lo aman.

A veces, darles una buena vida significa desprenderse y aunque sé que estaría muy bien viviendo conmigo habría sido difícil criar a 3 machos adolescentes mandones.  
Por eso entiendo cuando las personas me dicen: quiero tener un hijo de mi perrito. Sé la emoción que eso causa, la alegría que da. Pasé por eso y explico mi experiencia y en especial les hago saber cuánto perro abandonado hay hoy en día, mestizos o de raza, no se trata de convencer, sino que las personas sepan lo que sucede.  Y si aún están seguros de la idea, les recomiendo que se preparen a quedarse con la camada, porque muy pocas personas cuidarán a esos perritos como uno lo hace. En mi caso, prefiero no tener más nietos de mis Cuachuchitos que, más adelante enterarme que el hogar al que le daba 100 puntos quedó mal y lo abandonó o lo regaló a otros que no podrán darle lo necesario.  No voy a arriesgar vidas por darme un gusto. La gente cambia, muchos juran que aman a su perro como a su propia sangre y en un cambio de vida (se casan, tienen hijos, cambian de casa) resulta que esa frase era sólo un decir, más no su proceder.  Porque los amo y amaría a sus descendientes es que todos están esterilizados/castrados.
Sí no hubiera estado segura de la responsabilidad de los ahora papás de Mimo (Junior) y que tengo contacto con ellos (poco pero lo hay), es probable que mis historias fueran diferentes o que no estuviera escribiendo un blog, por falta de tiempo o porque entre todos los hermanos se habrían comido la computadora.
Así, de pronto, me quedaron seis.




Sea y haga feliz a su perro, disfrute cada momento con él o ella y colabore en la vida de un perro sin hogar.



Hasta la próxima
Nova A.S.G.