viernes, 27 de agosto de 2010

El Flaco Charly

Mis tíos me regalaron un Chihuahua, yo lo nombré Charly, los demás le decían Flaco.   Nunca me imaginé una raza tan nerviosa, al escuchar un ruido, se escondía debajo de la cama y ladraba como perturbado.  No había quién lo sacara de ahí. 
La debilidad que tenía Charly era Consentida, estaba enamorado.   Cony, pues, sí le gustaba el chaparro, aunque en su época de celo nunca se acercó a él.
No tengo muchos recuerdos con el perrito, porque no compartió conmigo, era como la historia frustrada de cuando tuve al gato.   Charly era de Consentida. 

El chihuahua vivió cuatro años por la Cocker, y también murió por ella.   En un arranque de celos atacó a Siervo, un perro dócil pero más grande (claro, cualquier perro era más grande) que no se dejaba y este, sin más, lo agarró justo antes que Charly lo tocara siquiera.
Eso fue suficiente, mi chihuahuita no tuvo oportunidad de llorar.  Fue más rápido que un instante, que una mirada.   Fue un accidente canino, Siervo lo mató sin querer, quebrándole el cuello.   Un golpe limpio, sin sangre y sin sonido.  
Lloré a mi perrito, por mi descuido, por sus celos, por no haberlo previsto.

Y ahora, una de las razones por las que camino a mis peludos con collar y cadena, es por si se acerca un perro loco, como el chihuahua, o los míos resulten ser los orates.  

viernes, 20 de agosto de 2010

Salud y Veterinarios

Muchas veces dejamos la salud en un segundo plano.  En lugar de ser previsores y e ir a chequeo con el médico, esperamos que un dolor fuerte (porque los suaves los dejamos pasar) nos advierta que tenemos que hacer una cita con el doctor.
Con las mascotas, la situación no es mejor.   Las visitas al veterinario son exclusivas para vacunaciones (si es que las hacen, no entraré en detalles) o cuando vemos al animal en mal estado: no comen, están letárgicos, se quejan al ser acariciados, etc.
Un buen protector (“dueño”)  llevará al enfermo de inmediato al doctor, este examinará a la mascota, si es una enfermedad de fácil diagnóstico le recetará el medicamento necesario y hasta ahí todos felices.   Pero qué pasa si no se cura.   Entonces pregúntese:
  • ¿Qué fue lo que lo decidió a ir a ese veterinario?  La mayoría responderá: la cercanía al hogar y el costo de la consulta.  Es lógico, lo hacemos con nosotros mismos.  No significa que esto sea malo, sólo que está limitando sus opciones.
  • ¿Sabe cuánta experiencia tiene el doctor?  Tenemos que recordar que por tener el título, no significa que lo sabe todo.  Y hasta los más experimentados pueden equivocarse.
  • Si ha ido por la misma razón más de dos veces, y la mascota no se cura ¿Por qué cree que será diferente una siguiente?  Tomando en cuenta que estamos tratando al animalito tal y como nos fue indicado.  

Durante mi vida he compartido con tantos perros que he aprendido a entender un poco más cuando están enfermos, y más o menos que tipo de atención necesitarán.  Por eso es que tengo en mi agenda cuatro contactos:  El veterinario de toda la vida, con la experiencia y sabiduría suficiente  como para haberme recomendado al doctor número dos, quien tiene una clínica con equipo necesario para grandes emergencias.  La clínica número tres, también recomendada por el primero, me es conveniente por la cercanía, aunque no tiene tanto equipo como la segunda, pero es ideal cuando el tiempo es primordial.   El cuarto contacto, es un doctor a quien otros veterinarios acuden para exámenes de laboratorio.   
No es que vaya con todos al mismo tiempo, como escribí: depende de la necesidad.   Ellos lo saben y respetan mi decisión.

Sugiero, que tengan al menos dos opciones en su directorio, entre ellas una clínica con un buen laboratorio. Recuerde, a veces gastamos más en medicina innecesaria por falta de un examen, además de poner en riesgo la vida del paciente.  Y esto vale, no sólo para animales, sino también para los humanos, porque nunca se sabe cuándo necesitaremos una segunda opinión. 

Infórmese de las enfermedades propias de la raza de su mascota.   Y ante todo, ayude a la salud de esta, con la vacunación apropiada, alimento adecuado, ejercicio y mucho cariño. 

viernes, 13 de agosto de 2010

Dos historias reales y cortas

La primera

Veo un perro mestizo, con lo que parece una sonrisa en su cara, cesando y ante todo tomando precauciones para cruzar la calle.   Con más lógica que muchos humanos, se sube la pasarela del boulevard Los Próceres y 20 avenida.  El semáforo me da suficiente tiempo para observarlo.  Al mismo tiempo, un señor que también quiso cruzar entre los vehículos, queda atrapado en el arriate central.   Tengo que avanzar, pero por el retrovisor miro al perro ya bajando hacia la banqueta, aplaudo su inteligencia.  El señor sigue entre las dos calles.


La segunda

El propietario-tendero de la farmacia cierra cuatro horas antes el local.   Por no ser algo que acostumbra a hacer le preguntan si todo está bien.   Con toda naturalidad responde: ‹‹—Mi perro ha estado enfermo estos días, con fiebre y sin comer, está en un hospital.   Recién me avisaron que ya lograron que recibiera alimento.   Así que cierro temprano para ir a pasar la tarde con él.›› 

viernes, 6 de agosto de 2010

Quien quiera un perro, que lo busque

Todos los días me tengo que repetir: No puedo rescatarlos a todos.   No me es sencilla la frase, y menos, cuando veo a un perro necesitado, dejarlo.  Pero en realidad no puedo, y sé que muchos amantes de animales pasan por lo mismo.  Hasta las pocas  asociaciones de ayuda a los animales tienen problemas de espacio y economía.

Hoy vi por la Colonia Santa Fe, un Cocker Spaniel, en una de esas rápidas vistas, que se dan mientras se maneja hacia el trabajo.  Considerando su tamaño tiene unos cuatro a cinco meses de edad.   El pobre animal tiene sarna en partes de su piel, y sin mucho adivinar no tiene un hogar.  Vagaba por las calles entre la Colonia mencionada y la Avenida Hincapié. 
No dejé de pensar en él en todo el día, preguntándome ¿Cuántas personas habrán optado por comprar un perro hoy? Porque era pura raza, porque era cachorro.  ¿Cuánto habrán pagado?  Estoy segura que el valor fue mayor que los costos de medicamento, que el Cocker sarnoso necesita.

No fue un buen día, ya que por la tarde, en la subida hacia el Centro Comercial Metro Norte desde la Calzada de la Paz, un perro Boxer adulto se adentraba al barranco, y lo que mi esposo confundió con un calcetín, era la pata trasera aplastada y morada por la que cojeaba.
Alguien pagó por ese perro. ¿A alguien se le perdió ese perro?

Como escribí: No fue un buen día, pero para mí, sólo por la impotencia de no poder hacer algo por ellos.  Quién sabe, tal vez mañana alguna persona que desea un cachorro de Cocker Spaniel, lo buscará y llevará a su casa.  Y tal vez, ese Boxer sea encontrado por quienes lo buscan.   Pero estos finales felices sólo suceden en los cuentos de hadas o cuando todos ponemos de nuestra parte.  

La conciencia no me dejó y fui a buscar al cachorro. Ya no lo encontré.