viernes, 30 de julio de 2010

La historia de Bobby Canalitos

Hace un par de días me contaron una historia, leída en un foro web, acerca de un perrito callejero que fue recogido el 26 de julio, en la carretera que va para Villa Canales.   Y como me quedó la curiosidad encontré la información.

Es un cachorro de color amarillo, pelo pegado, ojos color miel, con las patitas blancas a forma de zapatos. En su hocico una mancha blanca, que cae en simetría desde su frente, formando una gota que rodea su nariz.   Es un perro lindo, aunque en las condiciones que se encontraba no era tan obvio.

La bondadosa pareja que lo recogió, por lo que leí, vio a un ser necesitado.   Pensaron de inmediato en el sufrimiento que el animal sentía y sin meditar a las preguntas: ¿Cómo lo subo? y ¿Dónde lo tendré? Actuaron, le brindaron atención médica, alimento, refugio, cariño y un hogar.
Bobby Canalitos, es el nombre que le pusieron y con apenas cinco días desde que lo recogieron, en el foro describen que ya está más animado y juguetón.

Esta historia me recuerda que aún hay gente linda en mi país, que como humanos también somos capaces de hacer milagros para otros seres; y que hay quienes nos pueden inspirar, cuando realizan acciones sin esperar nada a cambio.

¡Felicidades a esa familia y a Bobby Canalitos!

Y como sé que les dará curiosidad, la información y fotografías las pueden encontrar en (si es que todavía está):

http://www.velocidadmaxima.com/forum/showthread.php?t=250929

viernes, 23 de julio de 2010

Terraza florida

En la última parte de mi recorrido de trabajo hoy, observé una casa, sencilla, linda, no por la construcción ya que su frente es un cuadrado con puerta y ventana.  Es la terraza, la que llama la atención,  con botes y cubetas usadas como macetas y que a su vez sirven de baranda, y en estas: geranios, rosales, un limonar y un naranjal cargado de frutos (nunca imaginé que se dieran de esa manera).   Y entre el colorido de las flores tres cabecitas caninas, no son de raza aunque se puede adivinar qué genes tienen.  Mueven la cola, fisgonean y por ahí veo a una anciana, les sonríe, los acaricia, y les sirve agua en una palangana.  

La imagen irradia tranquilidad, belleza y amor, es contagioso.  

Y por eso decidí escribir este tema, para no olvidarme de la sensación que me dejó y para animar a otros que busquen esas fotografías mentales, que les brindan paz.  Si creen que no las tienen, háganlas, están en todos lados: entre el caos, la indiferencia, y la monotonía, siempre hay un momento risueño que los animará.  En especial si hay un perro.

viernes, 16 de julio de 2010

Salchicha escapista

Terminaron los partidos del mundial, con satisfacción para algunos y decepción para otros.  A mí, aparte de compartir emociones por los resultados, me dejó con el recuerdo de un perro café de raza Dachshund (Salchicha) que le regalaron a un huésped del vecino.
Se lo regaló un  fanático del Fútbol (aunque no creo que de los perros) en 1982, en temporada mundialista. Ya era un perro adulto y llegó con nombre: Maradona.

Cuando el muchacho no estaba (“el dueño”), el perro hacía de las suyas en la cuadra.  La puerta de donde vivía la abrían a cada momento y poco interés tenían los demás en cuidar que Maradona no se saliera.   Para colmo el perro estaba embobado por la sirvienta de esa casa y ella no escondía lo mucho que detestaba al Salchicha.   Yo, de metida, le pedía de favor que no lo dejara afuera y que cuando saliera, no le permitiera salir tras de ella.  
La mujer, me respondía con apenas gestos y se le notaba cierta satisfacción el causarme malestar.  No era personal, ella era así con todos: mala persona.

Un día la vi pasar de regreso, de algún mandado que había hecho.  Me preocupé cuando noté que abrió la puerta y Maradona no salió a recibirla.   Eso no era normal.  Le pregunté por el perro y con una sonrisa perversa me respondió:   ‹‹—Como siempre, me siguió.  Y luego lo vi correr atrás de la camioneta a la que me subí.  ¿Saber que se hizo?››  
Terminó de responderme, agarró una escoba y se puso a cantar mientras barría.  Podría jurar que sonrió cuando vio que se me aguaron los ojos.

Por mi edad tuve que esperar a mi mamá para que me llevara a buscar a Maradona.  Lo hicimos varios días pero nunca lo encontramos.     
¡Pobrecito Maradona!  

No se confíen, nunca sabrán lo que pasa en la mente de otros, cuiden a sus mascotas.

viernes, 9 de julio de 2010

No tuvo nombre

Mi insistencia al fin logró que la idea de tener otro perro, luego de Popeye, fuera aceptada; y aunque no había preferencia por raza o tamaño, no fue fácil.   Lo pienso y en esos años no recuerdo haber visto perros callejeros (hubiera sido una manera de conseguir uno), alguno que otro caminando en las calles pero tenían un hogar, descuidado tal vez, pero lo tenían.

La búsqueda comenzó. De los conocidos, pocos tenían perros, mucho menos perras, era un tiempo en el que las hembras valían poco o nada.   Un día nos dijeron que en la colonia, una “Lassie” acababa de tener cachorros y aunque nosotros no sabíamos de razas de perros, esa resultaba familiar por los viejos programas televisivos: Rin Tin Tin, Lassie y Benji.
Fuimos a visitar a la señora de la perra Collie (luego supe que esa era la raza).  Con desgano confirmó lo de los perritos y de igual manera aceptó vender uno de ellos, a menor precio (lo que podía pagar mi mami) en cuanto estuvieran listos para dejar la camada. 

Fuimos una tarde por el cachorro.  Estaba muy flaco, desganado, y la señora dio la opción de ese o ese, porque los que quedaban ya eran de la familia.  Mi mami no quería llevarlo a casa, me explicó que estaba enfermo, pero le supliqué, le dije que no quería más regalos el resto del año y que con eso pagara el veterinario.  Accedió, molesta con la señora de los perros y conmigo por no entenderla, al día siguiente lo llevaría al doctor. 

El perro no amaneció vivo, ni siquiera creo que pasó la media noche.  Fue muy triste ver a aquel peluchito que no llegó ni a tener nombre, muerto; y más, saber que murió por parásitos y que con seguridad sufrió.
Aprendí lo importante que es desparasitar a las mascotas, a gatos, perros, cuando están criando y en toda la adultez.   ¿Por qué ese cachorro no fue desparasitado? no lo sé. A la madre también debieron darle una dosis. ¿Lo habrán hecho? Quién sabe.
Lo que sí sé es: Veinticinco centavos, que costaba el desparasitante, podrían haber hecho que esta historia tuviera un final feliz.

No olviden desparasitar a sus mascotas, no es costoso y es tan sencillo como darle una pastilla dentro de una salchicha.

viernes, 2 de julio de 2010

Lamidas al despertar

Me desperté esa mañana emocionada.  La frustración de cómo deseaba pasar mis quince años, en comparación de lo que tendría ya se me había pasado.  Era un simple día entre semana para los demás, pero para mí era especial. 

No había terminado de salir de las sábanas, cuando la puerta de mi dormitorio se abrió: Consentida entró, con una rosa en el hocico.  Saltó como siempre a la cama a llenarme de besos, mientras yo agarraba la flor, que para entonces caía encima de mí.    Nos quedamos jugando en la cama un buen rato, hasta que llegó mi mami a darme mi abrazo. 

Algunas mañanas, si estoy adormitada pero consiente puedo repetir ese momento, la sensación y los olores que sentí quedaron grabados en mi memoria, al fin y al cabo las lamidas, no tengo que recordarlas, porque los bisnietos de Consentida siempre me despiertan así.