sábado, 1 de junio de 2013

Circe es de la familia

Circe ya es parte de la familia desde hace meses, y ahora no nos imaginamos cómo sería no tenerla en casa. Claro, la bolsa del concentrado alcanzaría unos días más, un gasto menos de vacunas, y alguna que otra cosa que no estaría mordisqueada por ella. Pero también faltaría la felicidad y serenidad que nos brinda a todos con sus ocurrencias.   No soy una persona amena por las mañanas, mis chiquitos son iguales, Circe ahora ya lo sabe y no nos saluda hasta que yo digo ¡Buenos días!  La pobre, acostumbrada al horario de los soldados del puesto de registro, no entendía los primeros días por qué todos refunfuñábamos cuando ella llegaba a saludarnos a la cama.

Ha hecho travesuras, pero es normal, es joven y sus inicios en la calle fueron sin límites.
Es una nena linda que adora ver la correa porque sabe que es momento de pasear, y a pesar de la libertad con la que vivió durante meses, de buen grado acepta que la caminata sea de quince minutos (cuando tenemos prisa) o una hora.   Veinte pasos son los que le cuestan entrar en razón, en donde saca toda su energía y luego como que se acuerda que debe comportarse y camina regia y natural.

Entiende muy bien, demasiado literal, creo, porque la hemos dejado con los Cockercitos algunas horas y de cuando en cuando encontramos algo mordido, se le regaña y se le enseña que no se debe hacer.   Así que un día, antes de salir le demostré todo lo que no debía morder y de último le enseñe la canasta con sus juguetes adentro y le dije: Esto sí puedes usarlo Circe, ¿entiendes? Todo lo demás no, pero esto sí.
Cuando regresé, la casa estaba perfecta, todo en su lugar, hasta los juguetes, pero la canasta estaba mordida.  ¿Cómo podía amonestarla por eso? Yo le había dicho que eso sí se podía morder, no me quedó de otra que reírme y ahora resulta que debo aprender a expresarme correctamente para evitar malos entendidos.

Cuando está aburrida y Gecko no quiere jugar (es con quien lo hace), juega al perro muerto, así le digo yo.  No sé por qué, pero he notado que los perros que han vivido en la calle una de sus maneras de recrearse es así: retozan solos un rato y luego se colocan panza arriba con los ojos abiertos y se quedan varios minutos en esa posición sin importar quién pase a su lado o que les hablen.   Milagro, la fallecida perra rescatada por mi mamá, hacía lo mismo y varias veces le causó tremendo susto pensando que algo le había pasado.   Creo que aprenden que en la calle esta es una manera de llamar la atención de las personas y ¿sorprenderlas? ¿recibir caricias? ¿reírse de los humanos? No sé, pero parece divertirles, levantarse inesperadamente y ver la reacción de uno.

De todos Gecko es el que está más feliz con la presencia de Circe, juegan y juegan, él ahora hasta comparte sus juguetes con ella, los jalonean, pero Wiwi (así llamamos a Circe también) sabe que ella es más fuerte y que a él no le gusta perder, así que los muñecos son apenas agarrados por los dientes y así Gecko se los arrebata, él gana y ella se pone feliz porque al final del juego él la besa y descansan juntos.   Parecen compañeros de toda la vida.

Quién iba a decir en septiembre del año pasado que tendría otra perra en casa.   Ella, con su paciencia se encargó de las barreras territoriales de mis malcriados peludos.  Al final ellos decidieron adoptarla a ella, pero fue porque ella quiso adoptarnos a nosotros.  


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