viernes, 9 de abril de 2010

La perra tuvo un gato

Las primeras semanas de vida son las que crean relaciones con otras especies.  En donde nació Consentida tenían gatos, así que cuando me regalaron un gato (luego de mucho insistir)  no tuvieron problemas.
Era una gata negra, algo rara, comía concentrado de perro porque no  le   gustó ninguna comida para gatos y no le interesaban en lo absoluto los humanos.  Sé que los gatos son independientes pero la que yo tuve fue más allá.  No importó cuanta gracia hiciera para atraerla, ella decidió no tomarme en cuenta.  Le pusimos un nombre al que nunca respondió, pero cuando decíamos la palabra gata, ella volteaba y maullaba, entonces se quedó con el nombre de: Gata.
Cony jugaba con Gata, tomaban una pelota de tenis y era como ver jugar a dos perros, dormían juntas, se acariciaban, se querían mucho.  Ahí quedó afuera la expresión: ‹‹Pelean como perros y gatos››

Me di cuenta que Consentida tenía un gato y yo me volví espectadora de una interacción que nunca más he vuelto a ver, porque con los años tuve otro felino y a pesar de lo mucho que se querían con la Cocker, él sí se comportó como gato que era.

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