viernes, 15 de agosto de 2014

Prisionero de las dolencias

Para Ágenor, un perro luchador.
Nova A.S.G.

Ese flemático caminar tuyo,  te duele, me duele.

La apatía de tus pasos se ve y se escucha cuando arrastras una pata tras de la otra.
Al verte busco a ese perro jadeante por el cansancio del juego y la emoción.
Pero estás muy lejos aún de ser de ser uno de ellos.
Tampoco eres como los otros que jadean por la fatiga de buscar alimento y por la sed.
No, tu cuerpo no pierde energía en demostrar cómo se siente.  Ya no es necesario.

¿Cómo te veías cuando diste tus primeros pasos?
Seguro fueron más fuertes y decididos.  El mundo y la vida te causaban curiosidad.
Pasaron semanas que se convirtieron en meses.
La curiosidad se convirtió en hambre y sed, en necesidad por lograr un día más.
Un día conociste el dolor en tu cuerpo y ya no te dejó.

Ahora tienes un collar con tu nombre y un jalador para los paseos.
Pero caminas como cautivo.
Porque eres prisionero de las dolencias que te ha dado tu corta vida.
Entre momentos te liberas, olvidas, dejas atrás tu pasado con algunas zancadas.
Y luego… tu cuerpo no te lo permite por completo,  de nuevo te esclaviza.

Mientras caminamos, me pregunto: quién, por qué, cuál fue la razón de tu abandono.
Tú eres más sabio, no pierdes tiempo ante respuestas que no darán solución.
No te gastas en el enojo, te esfuerzas por el próximo paso y los que le siguen.
Mueves la cola al escuchar tu nombre y con ella todo tu cuerpo débil se balancea.
Recuerdas que estás aquí, en tu presente y tu cabeza se yergue y caminas con paso más firme.

Entonces ese flemático caminar tuyo ya no me duele tanto.




Sean felices, hagan felices a sus perros y colaboren en la vida de un perro sin hogar.
Hasta la próxima,
Nova A.S.G.

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