viernes, 28 de septiembre de 2012

Ingenio canino II



Siguiendo con la historia de mis Cocker…

Greka aprendió a desfalcarnos con un arte sin igual como les conté en la anécdota: ingenio canino. Mientras tanto en esos mismos días, Musa, deseosa de complacernos y viendo los resultados de las acciones de la pequeña, también comenzó a entrar una que otra carta, pero en cuanto Greka se dio cuenta, le hizo saber (con su mal genio) que el puesto estaba ocupado y que no pensaba en compartirlo con nadie.  Así la carrera de courier de la negra Cocker quedó en el olvido y sólo algunas muy pocas veces, logró agarrar cartas que quedaban tiradas.

El pago del jamón por entrega de correspondencia no lo limitábamos a Cuca (Greka de cariño).  Les dábamos a las tres.  Ya sé, una hacía el trabajo pero no teníamos el corazón de negarles a las otras dos el delicioso bocadito.

Skippy,  entendió la razón, pero ella no estaba dispuesta a realizar trabajos para nadie y mucho menos de quitarle el protagonismo a su hija.  Nunca fue de llevar o traer excepto a su madre jalada de la oreja.  Sin embargo deseaba recibir su parte tan ansiosa como las otras dos, así que decidió convertirse en vocera. 
Cada vez que Greka entraba las cartas, Skippy ladraba y bailaba para llamar la atención.  Entre más rápido lo supiéramos, más rápido recibían el pago.

Ya ninguna de las tres vive, pero cada vez que entro una carta pienso en ellas.  Y me imagino que este aprendizaje queda en los genes porque mi adorado Perseo también lo intentaba, aunque cuando lo hacía, a los sobres siempre les faltó un pedazo. 
Ahora que él tampoco está, me he dado cuenta que alguno de los tres lo hace, porque las deja a medias gradas.  Aún no sé quién es, pero en algún momento lo averiguaré y les contaré.

Hasta una próxima.
Nova A.S.G.

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