viernes, 8 de junio de 2012

Greka y los sonidos

Greka tenía una gran sensibilidad para lo sonoro, sino era su huesito verde el que sonaba, era ella tratando de comunicarse con uno, no ladrando ni aullando pero algo entre ambos sonidos.  Buscaba expresarse verbalmente y desde cachorra lo hacía, era innato.  
Si en los platos de las perras no había comida, era usual que Greka los tomara y somatara contra el suelo.  Parecía un preso sonando el plato contra las rejas.  Me entrenó.  Para evitar el molesto ruido siempre mantenían comida. No es que les faltara, sólo que antes de Greka se los servía en ciertas horas.

Yo estaba acostumbrada a que los perros me respondieran con gestos y mirada, con Cuquita (también la llamábamos así de cariño) fue como tener a un niño de meses que trataba de hablar.  Siempre contestaba con su casi rugido.   Cuando yo cantaba, ella hacía coro, claro, talvez se quejaba de mi voz, pero prefiero pensar que me acompañaba, además seguía los tonos.   

Le hice una canción, infantil como lo que ella producía en mí:
Greka, Greka consentida.
Greka de mi vida.
Greka de mi amoooooor.

Cuando yo cantaba amor, ella sabía que era su momento y “cantaba” para que termináramos al unísono la estrofa.   
Si hubiera tenido un piano, estoy segura que Greka habría aprendido a tocar una melodía antes que yo.

Con en ella se me cumplió un gran deseo de mi niñez: Que mi perrito hablara.  Debí ser más específica en lo que deseaba y pedir: Que mi perro hable español.  
Y aún así obtuve más de lo que la realidad dicta.  Fue una perra especial. Mi bella y graciosa Greka.

Hasta una próxima,
Nova A.S.G.

Pd:
Si se les pasó por alto, el miércoles 6 publiqué una historia extra para complementar la del viernes pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario