sábado, 10 de diciembre de 2011

Jugando con la Navidad

Esta anécdota es tan vieja que hasta la había olvidado.   Hace unos momentos, tratando de pensar en el tema de hoy, mientras miraba las luces del árbol de Navidad la recordé.

Yo era una adolescente, mi abuela había muerto el año anterior y dispuesta a que no murieran con ella las tradiciones navideñas (ya que mi mamá aunque le gustan, es práctica y no dedica tiempo a las decoraciones), planeé con anticipación la realización del árbol y nacimiento para el poco espacio del que disponía.

Le llevé la idea a un carpintero de la armazón del árbol: Una pirámide cuadrangular de 1.80 metro de alto y que no tuviera forro alguno.  Me la entregó en dos días y me cobró sólo por no regalármela.
La forré en luces dejando parte de una cara descubierta y luego coloqué un par de lazos de pino en la misma forma.  El nacimiento lo armé dentro del “árbol” y hasta la fecha me siento muy satisfecha de cómo quedó. Para mí, era resplandor y olor navideños, en un pequeño espacio.

En ese entonces tenía a Consentida, a Beba (una perrita que murió unos meses después) y a mi gato que, con vergüenza les digo lo llamábamos Bullshit, tanto insistieron mis amigos en llamarlo así que no entendía su verdadero nombre: Wealthy. 

Regresé a casa una tarde, iba a entrar al área donde tenía la decoración, cuando escuché alboroto, me asomé por la ventana para observar la causa:  Consentida corría en círculos, persiguiendo su cola; Beba, ladraba adentrando su cabeza en el árbol y cuando la sacó, vi a Bullshit adentro del nacimiento, tirando hacia afuera con sus patas los pastorcitos, casitas y ovejas.
Entré de inmediato y todos los peludos desaparecieron al instante. Verifiqué los daños que al final sólo fue desorden.  La recreación de un pueblo había sido la afectada, parecía que un tornado había azotado la región.

Esa noche, las dos perras y el gato dormían juntos al pie del árbol, mientras yo los miraba mover sus patas y bigotes imaginando que soñaban a cómo jugaron con la Navidad.
Las luces de colores, iluminaban las áreas que habían quedado sin desarmar, al igual que las partes del desastre; porque no lo reacomodé, Beba y Bullshit le habían dado un toque de realismo que me pareció natural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario