viernes, 2 de septiembre de 2011

Historia pendiente (del viernes 26)

El viernes pasado, debido al reposo obligatorio por una operación (apenas un día después), no hubo relato, consejo ni regaño; o sea no escribí nada. Hoy, pues, me pongo al día.

Las pláticas con nuestros amigos tienden a llegar al tema de los perros (no creo estar develando un secreto).  De hecho, he notado que hacemos un esfuerzo para no seguir hablando de ellos, tanto nosotros como nuestros amigos; pero no falta la historia canina y esta es de una de esas pláticas.

Hablando de lo desgraciadas que son algunas personas, respecto al trato a las mascotas, con bebidas en mano y rostros indignados, Roberto tomó la palabra:

‹‹¿Se acuerdan de Gustavo? Bueno a él también le gustan los perros.  Y por su trabajo, hace poco, fue a casa de un señor, no sé si a cobrar o a vender.   Resulta que, mientras esperaba que el señor llegara, lo atendió la esposa.  En lo que hablaban, haciendo tiempo, contó que se apareció una perrita que estaba flaca de lo peor y por pelo tenía un solo mechón.
—¿Y esa perra? ¿Está enferma o es así —dice que preguntó.
—¡Ratos que está enferma la chucha! Es que no hemos tenido tiempo —le respondió la señora.
—¡Pobrecita! ¿No la han podido llevar al veterinario?
—No.  No hemos tenido tiempo para ir a perderla.  Y a mi marido siempre se le olvida comprar veneno —dijo la vieja.
—¡Ah! ¿Qué? ¡No!  Sabe qué, mejor démela si está pensando hacer eso.

Total, que salió de ahí con perra y maldiciendo a ese tipo de gente, si es que se le puede llamar así.
Vieran que bonita es la perrita, ahí la tiene en su casa y la está tratando mientras le encuentra un hogar.››

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