sábado, 28 de mayo de 2011

No era Onyx

Ayer, de nuevo, vi a un perro necesitado.  Bueno esto no es noticia, todos los días, todas las personas vemos un animal así, la diferencia es si prestamos atención. ¿Qué tanto nos afectó? ¿Por qué ese y no el otro de la otra cuadra? Etc.

Bien, este perro parecía un cruce de Pastor Alemán y llamó mi atención porque estaba acostado bajo la banca de una parada de bus.  A simple vista todo se miraba normal, pensé que era de alguien de los alrededores y que el perro muy educado lo esperaba.  Luego recordé a Onyx una perra Pastor Belga que se perdió hace dos años y que por ayudar a buscarla fue cuando encontramos a Bob y a Patri.  Podría ser ella, pensé. A vistazo de quien maneja no se pueden apreciar características específicas.   Llamé a mi esposo para informarle y él me respondió que lo había visto desde la madrugada.   
Mandé e-mails e informé a todo el que pude.  
Al regresar del trabajo, el perro continuaba en el mismo lugar.   

Le llevamos agua y comida, yo seguía esperanzada que fuera Onyx, aunque no sé porqué, no tengo más el teléfono de la familia que la buscaba y podría ser que la encontraron en ese entonces.
Al verlo de cerca supe de inmediato que no era la Pastor Belga, aunque sí parecía Pastor Alemán.  No lloré al observarlo bien, sólo porque tenía que mantener la mente clara para buscar una solución, nos enfermó pensar que no podíamos traerlo a casa  (Montúfar, con su tamaño y ladridos nos delató con los vecinos). 
No entiendo como aún tiene pelo con semejante desnutrición.

Anoche mismo, al regresar a casa, recordamos que nuestros amigos Roberto y Olga, nos  mencionaron que deseaban adoptar a un par de perros.  Nosotros les brindamos los contactos de los que sabemos: Aware (animalaware.org), AMA (amigosdelosanimales.org.gt) y Adopta una mascota (en Facebook).  Ellos ya habían ido a ver en otro lugar y el domingo irían a un albergue, para tomar la decisión.   
Los llamamos a pesar de que pasaba de las diez de la noche y les enviamos las fotos que le habíamos tomado al desamparado, al menos tal vez, podrían darle un hogar temporal.  Explicamos la situación del perro: que estaba tan débil que apenas pudo levantarse para comer y que tenía pelo pero que los huesos se le miraban aún así.
Aceptaron la idea.

El perro pasó una noche más en la calle y yo en vela pensando en él, con la esperanza que hoy tendría un lugar cómodo para dormir y con miedo de que alguna situación lo impidiera.  

El día pasó y mi esposo y yo estuvimos al tanto de ir a verificar que siguiera bien.  Pensamos en traerlo a casa, iba a ser por unas horas, pero sería a pie y él no estaba en condiciones de caminar los dos kilómetros.   Cada trueno y nube gris que vimos durante el día nos perturbaba, pero su ángel guardián cuidó de que no lloviera.

¡Fue increíble!  Nos vio llegar a los cuatro hoy por la noche, movió con dificultad la cola y con gran esfuerzo se levantó.   Se comportó como si supiera que a ellos era a quienes debía esperar.  Fue dulce y se dejó colocar la cadena sin problema.  Los cariños fueron recíprocos.  Nuestros amigos, sin preocuparse por el carácter del can, también se dejaron llevar y le acariciaron como a un perro conocido.   
Entonces había que subirlo al pick-up, Rk y yo jalamos unos cartones para subirlo sin lastimarlo pero más tardamos en hacerlo que Roberto en levantarlo y colocarlo en la palangana.  ‹‹¡Pobrecito! No pesa nada››, fue su expresión.
Estuve a punto de llorar de agradecimiento y de ver a mis amigos realizando un milagro para otro ser.    
Mi amiga también estuvo a punto de llorar al ver la condición en la que el perro estaba y luego cuando él buscó sus caricias, reconociéndola como su protectora.
‹‹Vamos, ya tranquilo, pronto llegaremos a casa y dormirás tranquilito.  Mañana te daré un baño con agua calientita y estarás reconfortado. De ahora en adelante estarás bien.››, dijo Olga, mientras Roberto los miraba con ternura y felicidad.


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