viernes, 22 de octubre de 2010

El chucherío

Consentida regresó a mi lado, cuando más la necesité.   La muerte inesperada de mi abuelita, no dejó opción. 
Estaba tan distraída con la tristeza, que ni siquiera me dio tiempo pensar en los posibles altercados con los perros que vivían en la granja.  Quince canes, la mayoría eran perros grandes (seudo Gran Danés, seudo labrador y seudo Pastor Alemán y una Shelty que no sé cómo fue a parar ahí), más los cinco que ya estaban previo a nuestra llegada.  

No sé si sería porque todos estaban operados o intuyeron lo importante que era Cony para mi (tal vez ambos) pero aceptaron a la Cocker de inmediato.   De hecho, sin líos ni esfuerzo por parte de ella, observé que le habían dado el rango de perra líder.  Cuando salíamos a embarrancarnos, Consentida lideraba y los demás la seguíamos. 
Los tacones y maquillaje, propios de la edad, fueron cambiados por botas y sudor. Yo era una más del grupo, saltando, enlodándome, divirtiéndome como nunca.  Esas tardes que compartí con mi amado chucherío no las cambiaría por nada.

Gracias chicos, por dejarme buenos recuerdos. Duque, Yeica, Duquesa, Apache, Condesa, Muñeca, Conde, Lucky… y a todos los demás, gracias por aceptar a mi Consentida y por enseñarme la camaradería canina.

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