viernes, 1 de octubre de 2010

Bob y Patri

Una noche, mientras buscábamos con mi esposo, a una perra pérdida que habíamos visto, resultó que unos guardias por ayudarnos encontraron a dos perros.   Nos los entregaron.  La otra opción era dejarlos donde estaban.  No notamos lo mal que estaban hasta la mañana siguiente.   Aún nos impresiona pensar que fueron abandonados o dados por perdidos sin intentar encontrarlos.
Fueron adoptados por Arlen Palacios, dos semanas después del rescate y fueron entregados luego de ser castrados gracias al apoyo de Amigos de los Animales (AMA). 

Por el aniversario del rescate de Bob Esponja y Patric el día 25 de septiembre del 2,009, he decidido (con las correcciones que mi amigo Byron P. con amabilidad me indicó) publicar la anécdota que escribí en ese momento. 


¿Y la humanidad?

‹‹Estos perros alguna vez fueron mascotas››, pienso al verlos caminar, junto a quienes los encontraron.   Me dan el lazo que jala al que considero más viejo.  No es que él no quiera seguirnos, es que se nota que está lastimado y su edad no le ayuda.  El otro, el cabezón de pelo blanco, no está amarrado; se acerca hacia mí moviendo su cola, y me sigue sin dudar.  En realidad sigue a su amigo el Cocker veterano; está pendiente de él, lo espera, lo huele y lo anima, empujándolo en las orejas cuando se detiene. 
Interrumpo la caminata, los veo a los ojos y ellos a los míos; me lleno de tristeza al imaginarme cuánto tiempo estuvieron abandonados, el hambre, el frío, ¿tuvieron miedo?  La madriguera a la orilla del río, donde dormían ¿Ellos la hicieron? ¿O la encontraron?
Necesito oxigeno.

La mirada de los perros me enternece y calma. Es como si ellos me preguntaran:
—¿Qué? ¿Proseguimos?
—Sigamos —les digo en voz alta—, pronto llegaremos, tendrán comida y agua fresca.
Al menos este par de perros, esta noche estará a salvo.
—Duerman tranquilos. —Me despido.

El malhumor me acompaña, sé que lo hará todo el día y más allá, hasta que encuentre una solución.  ¿Qué haré con ellos?  Siempre es igual, desearía quedármelos todos, pero tengo que razonar y dejar los sentimientos a un lado.  La pareja de canes al acercarme hacia ellos mueven la cola. Percibo agradecimiento hasta que me ven con guantes y jabón, adivinan el baño.  Comienzo a limpiar el área. Pulgas y garrapatas muertas, desparramadas en el suelo.  Luego la respuesta a mi pregunta de qué comían: uno de los desechos esta formado de arena.
Me asqueo. No es el trabajo, es el porqué lo hago: por la gente descuidada, la maldad hacia los animales.  Regresa el desprecio hacia las personas, el que siempre trato de evitar.
Necesito oxigeno, más oxigeno.

El perro más joven cede su comida al otro y le limpia la cara. Se ayudan a secarse, comienzan a retozar.  Me mueven la cola y siguen jugando.  El enojo se va, me han conmovido.

Un día más que pasa, mañana comenzará otra semana. Me harta tener responsabilidades y más responsabilizarme por lo que otros debieron hacer.
Alimento de nuevo a los peludos, como les digo de cariño. Limpio, arreglo las cadenas con las que evito que se escapen, aunque no lo intentan.  Acomodo sus camas provisionales.  De nuevo corretean a mí alrededor, esquivan enredarse con las cadenas, me buscan las manos para que los acaricie, pasan sus rostros en mis piernas.
Me duele el alma, me duele saber el amor que necesitan. La suavidad con la que me serenan duele; reniego una vez más contra las personas.  Recuerdo las noticias de hace pocos días: “En Guatemala hay cinco perros por cada habitante.”  ‹‹Ignorantes, estúpidos››, grito en mi mente atormentada, al mismo momento leo en uno de los periódicos viejos que uso para los perros: “Niños mueren de hambre en Guatemala.”
‹‹Si no cuidan a sus propios hijos, no puedo esperar que hagan algo por los animales››, reflexiono, no obstante ya con resentimiento. Me sofoca la tristeza, me asfixia el desprecio, me estrangula el enojo.
Necesito oxigeno, más oxigeno, mucho oxigeno.
Observo de nuevo a los perros.  La expresión de su mirada, la dulzura, hay más humanidad en esos ojos que en mi o en muchas otras personas, al menos eso por ahora es suficiente para que yo vuelva a respirar.

Imágenes: http://www.guatepets.com/ByP.htm

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