viernes, 1 de marzo de 2013

Susto canino

Mi mamá y mis hermanos vivían a la vecindad de mi casa.  Cualquiera pensaría que nos mirábamos a diario, pero no era así. Tal fue el caso que, un día forzaron el portón de la casa de mi madre cuando no había nadie y se entraron a robarles.  Rk y yo sí estábamos en la nuestra pero no escuchamos nada, hasta que alguien fue a tocar el timbre y por quien nos imaginamos salieron corriendo los ladrones dejando algunas de las cosas tiradas en el camino.
Nadie dijo nada, nadie vio algo y hasta aquí no sabemos quién llegó a avisar.

Lo más curioso es que en casa de mi mamá tenían a Laica (la primera), una perra mestiza de Gran Danés con Boxer (talvez).  No había ladrado durante el suceso y en cuanto entramos a la casa, al no verla, pensamos lo peor: ¡Se la habían robado también o la mataron!
Pasamos el garaje y entramos a la sala con miedo, no sabíamos si todavía estaban adentro.  La puerta de esta también estaba doblada, si al menos se hubieran fijado la ventanita estaba abierta y no necesitaban forzarla.   Pero de la perra ni la sombra.  Unas sábanas tiradas con un aparato de video, una televisión en el suelo eran evidencia de que huyeron de repente.
Nosotros seguíamos preocupados por la perra. 

Le avisé por teléfono a mi mamá y me gané la regañada por no escuchar lo que pasó (así es ella).  A mi me temblaban las piernas mientras Rk y yo nos asegurábamos de que no había nadie. ¿Y a Laica, qué le pasó?, pensábamos.
Escuché el auto de mi mamá estacionándose frente a la casa.  Salimos a encontrarla en el garaje y lo primero que preguntó fue: ¿Y Laica?
Le respondimos que no sabíamos y ella en lo que avanzaba decía:
—Talvez la metieron en un clóset —Claro que por su tamaño no podría ser—, o está bajo la cama. —Posible, pero difícil de imaginar que un perro se escondiera así.

Entró y salió en poco tiempo.  Las voces de mis hermanas se sumaban a las nuestras llamando a Laica y entonces fue cuando la vi. 
El garaje era amplio y por eso no se le prestó atención al auto descompuesto con las ventanas abiertas, estaba ahí desde hacía unas semanas.  Dentro de este, vi un bulto sentado frente al timón, la impresión instantánea fue que uno de los ladrones se ocultaba, pero casi al mismo tiempo noté  que era la perra.  Les avisé a todos y me acerqué para ver si estaba bien, porque no se movía.   Ella continuó sentada, digo, petrificada con la vista al frente.  Reaccionó hasta que mi mamá y mis hermanas llegaron a acariciarla.  Se sintió segura y salió del auto moviendo la cola y creo que hasta le escuché un suspiro de alivio.

—¡Que inteligente la perra! Se escondió para que no la lastimaran —dijo con tranquilidad mi mamá y entonces ya fue a revisar qué faltaba y los daños.

A que no habían escuchado una historia así, sobre un perro.



Saludos y feliz fin de semana.
Nova A.S.G.

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