¡Ah, que si a veces los humanos hacemos tonterías! Y no son pocas ¡son varias!
Mi bella negra, Mamush como le decíamos de cariño, Musa la Cocker tranquila y de poca salud, recuerdo que de cachorra tenía una peculiaridad, su ladrido.
Llegó a la casa, se instaló y comenzó a descubrir los diversos juguetes caninos que tenía a su disposición y entre ellos, con los días encontró su vicio: una pelota. Se divertía con ella de una manera que sólo los perros pueden describir y los humanos adivinar, llamémosle hipnotizante. Luego de rodar, rodar, y rodar, la pelota se habrá cansado y se tomó de excusa por su falta de movimiento el hecho de que quedó trabada en un mueble. Musa no la alcanzaba con su pequeña pata. Probó con las dos y nada. Lloriqueó desesperada, ¡quería su pelota!
Rk y yo observábamos, y no la ayudamos de inmediato porque la estábamos dejando aprender a resolver sus problemas. Sabíamos que no era algo dañino o de urgencia, aunque sí era importante para Musita. Fue tan importante que por primera vez escuchamos su voz, y dijo con tono impaciente y ronco: Agua.
¿Agua? ¿Qué pasó con guau? ¿Desde cuándo los perros dicen agua? Y ella continuó ladrando por su pelota: Agua, Agua, Agua y de repente por la prisa terminó de ladrar: ¡Gua!
Digo que los humanos hacemos tonteras, porque yo lo hice (y no quiero quedarme sola en acciones tontas), mientras las semanas y algunos meses pasaban cada vez que Musa ladraba yo la corregía diciendo: Se dice guau.
Me ponía a la par de ella a ladrar para que escuchara cómo debía hacerlo. Youtube no estaba de moda porque sino seguro habría parado en vídeo.
Musa creció y en sus primeros años dejó de decir agua, y fue cuando supe que había dejado pasar la oportunidad única de tener un perro que dijera algo diferente. Todavía en su vejez se le salía inesperadamente un agua o gua.
Pero mientras duró fue divertido ponerme enfrente de ella con su trasto y preguntarle: ¿Qué quiere Musa? y escucharla responder ¡Agua!
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