viernes, 21 de enero de 2011

La cojera

Mi novio y yo sacábamos a caminar a las perras por las tardes.  Skippy lo conocía a él desde siempre y se sentía cómoda con cualquiera de nosotros dos.  Consentida lo adoraba, pero por costumbre hacía el recorrido a mi lado.

Una vez, nos preparamos; el ritual era: Tenis y gorra, collares y correas para las peludas.  Salimos, llegamos al portón de la casa y recordé que no llevaba dinero, ya saben por si en el camino se me antojaba algo.  Regresé y dejé que Rk (mi novio) se adelantara con las Cocker.

Me tardé unos cinco minutos, no recuerdo porqué, tal vez buscaba sencillo entre los sillones, quién sabe.  Cuando salí, los tres estaban casi frente al portón aún y Rk se veía algo pálido.  Le pregunté por qué no había seguido y me respondió: Revisa a Cony parece que se ha golpeado una pata.
La miré y ella, feliz, movía la cola tirando con el collar para proseguir con el paseo.  Examiné sus patitas, en busca de piedras o algo que la lastimara y no encontré nada.  Di unos pasos con ella y caminó normal.  Nada me indicó que estuviera lesionada.

—No tiene nada —dije, extrañada que él pensara lo contrario.  Me respondió:
—Seguimos caminando cuando entraste, Consentida no quería y se quedaba viendo a la puerta, esperándote.  La llamé varias veces y al fin avanzó un par de metros, se detuvo y volvió a esperar.  La halé un poco y le dije que no fuera tan mañosa, que pronto nos alcanzarías; entonces caminó, pero al dar dos pasos comenzó a cojear.  Mi pena es que pensaras que la había lastimado, no podía creer que justo conmigo le fuera a pasar algo.

Continuamos el paseo, Cony corría y Skippy la alcanzaba, hasta donde daba el largo de las correas y nosotros permitíamos.  No pasó a más y olvidé el suceso.

Otro día, le dí la correa a mi madre para que entrara a Cony, mientras amarraba mis zapatos.  Aunque estábamos en el garaje, Consentida recurrió a su acto: Cojeaba sin dejar de verme.   Luego me acerqué y comenzó a saltar, satisfecha de que yo estuviera a su lado.
Entonces recordé la primera vez que lo había hecho.  Caí en la cuenta: Consentida sabía mentir.

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