viernes, 5 de noviembre de 2010

Skippy

Skippy, nació el 16 de febrero de 1,992.  Hija de Consentida y un rojizo Cocker Spaniel llamado Caramelo.  Los nombres reflejaban el carácter tranquilo y cariñoso de cada uno, y pensé que los cuatro cachorros, si no eran más dulces, al menos serían igual; error de soñadora. 
En mi circulo de amistades, Consentida era famosa por su temperamento jovial e inteligencia, así que pude escoger entre varias solicitudes, los hogares para los otros cuatro.  Aunque luego tuve que lidiar con los reclamos de quienes no tuvieron la oportunidad, quedé tranquila haciendo lo mejor para mis nietos caninos.

Mientras llegaba el tiempo apropiado para darlos en sus nuevos hogares, yo tenía la ventaja: Escoger a la Cocker que se quedaría en casa (con seguridad sería hembra).   Ninguno salió bicolor como deseaba y esperaba, entre el cruce de una color champagne y un rojizo.  Así que me enfoqué en observar, mientras crecían, la inteligencia.  Ver crecer cachorros es una experiencia inolvidable ¡y yo estaba en primera fila!

Skippy se destacó por mucho entre sus hermanos.  Aparte de que era la única hembra rojiza, era la más avispada; hoy en día la calificaría de tremenda.  Fue la primera en todo: Ladrar, caminar, escaparse del nido, perseguir una pelota, mordisquear la caja en donde dormían, tomar agua. 
La nombré Skippy, sin pensarlo, ella era saltarina, traviesa y desde cachorra, audaz.  No temía a nada y creo que bastaba para que uno le dijera ‹‹¡No!››  para que le fuera más atractivo hacer lo que se le negaba. 
Y sin olvidar la felicidad que a Consentida y a mí nos brindó, tengo que escribir: que a pesar de mi juventud entonces, por Skippy me salió mi primera cana. 

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