viernes, 19 de noviembre de 2010

La prueba Cony

Mis amigos tenían un dicho: "Para ganarse el corazón de ella, primero se deberá ganar el de Consentida."
En cierto modo así era.   Porque quien llegaba a casa se enfrentaba a la prueba Cony.   Eso significaba: compartir el sillón, agradarla, y si era posible, que jugaran con ella.   Nada del otro mundo. 
La parte relevante era la interpretación del lenguaje corporal de Consentida, que yo realizaba en mi mente. 

La perra era sociable, respondía con gracia a caricias y juegos a todos, pero tenía sus preferencias con ciertos humanos.  Más de algo aprendí a fuerza de observarla con los años.
Sus expresiones cobraron significado para mí, para saber con quién trataba y hasta mi propio comportamiento.
¿Por qué era efusiva con unos y no con otros?  Sería el olor o la mirada.  Sea como haya sido, ella supo con anticipación quienes eran amigos reales y quienes no tanto.
Con mi amiga Khilde (quien decía no gustarle los perros) Cony nunca se rindió, no era desconfiada y buscaba sus caricias, el tiempo demostró que tenía razón.   En cambio con una examiga que era muy cariñosa con la Cocker, Consentida no era tan afectuosa y resultó que esta persona no era de fiar.
Bien dice la frase: “Si a tu perro no le gusta una persona, probablemente a ti tampoco debería gustarte.” Autor: Anónimo.

Convivir con una mascota, en mi caso perros, no se limita a alimentar, dar refugio y cariño.  Es una oportunidad para aprender de otra especie, entender mejor a la nuestra y conocerse uno. 

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