sábado, 11 de septiembre de 2010

Encontré perra en Avenida Hincapié, otra vez


Ayer nueve de septiembre, a media mañana, a lo lejos, adiviné que veía a un perro cruzando la Avenida Hincapié.   Con mi madre expresamos, con la voz chillona que se hace del miedo de pensar que algo malo pasar y que no se desea:  ‹‹¡Huy lo van a atropellar!››   Estábamos más cerca del perro aunque del otro lado de la avenida.   Y el perrito, desorientado y nervioso trata de regresar.  Una, dos, tres veces estuvo cerca de ser atropellado, y una más cuando un carro se le tiró encima. ¡Vaya que sí hay maldad!
Crucé en cuanto pude, mientras bocinaba para que el perro no pusiera una pata en el asfalto.  Llegué cerca del can, mi madre me alcanzó la pequeña bolsa con concentrado que cargo en el auto y de la que me había olvidado.   El olor llamó su atención y con tranquilidad dejé que se acercará a mí.   Un movimiento brusco y seguro que sale corriendo al peligro.  Lo subí, vi que era hembra y entonces recordé que algunos perros muerden, pero ella no.
Manejé en las cercanías por si se acababa de salir y la reconocían.  Luego de una hora decidimos traerla a casa, teníamos que trabajar y ya íbamos tarde.

Mi esposo y yo enviamos la información a foros y a las asociaciones de ayuda canina de Guatemala, para que me ayuden a encontrar al “dueño” pero quién sabe si es de los que buscan o sólo dicen: ‹‹—Se me perdió la perra, a saber dónde estará.››

Hoy me tomé el día para ella, la bañé, shampoo y tratamiento contra bichos.  Me sorprendió que su piel estuviera casi limpia.  Grasa de taller en el pelo tenía, pero eso me dio la idea que vivía cerca o en un taller.  Me esperancé en que sería más sencillo encontrar su hogar.
Luego salí y al llegar por donde la recogí, estacioné el auto y comencé a caminar hacia la colonia Santa Fe, con la perra, tocando timbres de casas, preguntando en tiendas y locales abiertos, mientras dejaba volantes.  Nada.   Pasé por el taller que está cerca.

—¿Usted sabe de quién es esta perrita?
—No.  Estuvo aquí ayer por la mañana.  Entró un rato y se echó.  ¿La bañó? ¿Verdad?  Porque tenía grasa cuando se fue. —Yo, respondí con un gesto y él siguió—: Pensé en quedármela, está bonita, pero como uno nunca sabe y a lo mejor conocía el camino.  Me la quedo si no halla al dueño.

Agradecí el ofrecimiento, pero la idea de que estuviera en un taller no me pareció y se lo dije.  Me respondió que a él le encantan los perros y que se la llevaría a su casa en donde tiene espacio y otra perra pequeña que es sociable, se harían compañía.   Me llama la atención.

En una tienda la señora detrás del mostrador, me ofreció darle un hogar, sus hijos desean mucho un perro, aunque luego de muchas preguntas por mi parte me dijo que ella no era tan aficionada a los perros, pero tampoco le desagradan.  ‹‹—Tengo espacio. Mis hijos están grandes, son responsables y cuidarían bien de ella, si la llevo.››
La propuesta parece buena, pero y si luego cambia de opinión.  Tengo que pensarlo bien.

No faltó la persona que me dijo: —¡Ay usted, perdiendo su tiempo por un chucho! —Me costó mucho no responder con el hígado y con calma dije: —Si todos perdiéramos el tiempo por un ser necesitado, el mundo no estaría como está.
Seguí buscando.

Salí de la colonia y me dirigí a las casas atrás de la gasolinera.   En una de las casas un señor se ofreció dar la información a conocidos y a los administradores de los edificios.   Por la educación de la peluda creemos que tal vez vivió en apartamento. 
Soy una grosera, me dijo su nombre, pero con el cansancio lo olvidé.   Él y la esposa fueron muy amables, hasta me ofrecieron una bebida, pero yo ya había comprado una gaseosa.  En estos tiempos, esos detalles casi no se ven.

Luego la señora que me vende el queso en la gasolinera me dijo que ella la adoptaba, también tiene suficiente lugar y a toda su familia le gustan los perros.  Tiene un Chow chow, me confesó que es bravo, pero lo tienen en un jardín aparte.
Si todos en su casa son tan dulces como ella, significa que tendrá amor pero… ¿Y si el perro Chow Chow se encuentra con la chaparra?

Terminé la búsqueda, y no me queda más que esperar que suene el teléfono por parte del dueño.   Si no es así, tengo que pensar en las tres propuestas, además, es tan linda que he de quitarme la idea de quedarme con ella.
Tengo cinco, por lo mismo: el tiempo y el espacio no serían los ideales.  No come mucho, pero hay que considerar posibles gastos médicos, más el tiempo, que no tengo, para que aprendan a aceptarla.   Juro que ya no cabe uno más en la cama.   Y creo que mis caninos votan con un rotundo ¡No, perros! (Ellos no saben que lo son)

Es mucha responsabilidad darla en adopción.  Está mimada, acostumbrada a estar adentro (la tengo aparte, para evitar confrontaciones con los míos, que me harían gastar en veterinario y en doctor por si me enfermo por el susto)
Cuando la bañé me pidió la toalla, avisa para que se le lleve a la grama para sus necesidades.  Lo ve a uno con esos ojos llenos de agradecimiento por sentirse segura, pero triste, por no poder compartir más abrazos, por no ser parte de la manada.  Y yo, sólo puedo consolarla diciéndole: Ya chiquita, trataré de hacer lo mejor para ti.
Espero lograrlo.


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