viernes, 18 de junio de 2010

La gracia de tiritar

Los perros, al igual que los humanos, tiritan sus dientes por frío: post operatorio o baja temperatura en el ambiente; pero también lo hacen cuando convulsionan en ataques de epilepsia; y algunas veces en el periodo de celo en las hembras o los machos al sentir el olor de una perra en ese ciclo.

La primera vez que vi y escuché a un perro sonando los dientes fue a Consentida. Era un frío diciembre, yo también temblaba a pesar de los suéteres que tenía encima, y por lo mismo no tuvieron que decirme qué hacer: la arropé como a un bebé, y cesó.
Ese mes, todos nos la pasamos abrigados, que Cony se me acercara con sus dientecitos sonoros, se volvió habitual.  Ella llegaba, y yo, mientras la arropaba mimándola, le decía: —¿Tiene frío mi nena? Ya mi muchachita, ya vas a estar calientita.   

La práctica hace al maestro, así que cuando el clima mejoró, la perra se había entrenado en el arte de solicitar caricias chasqueando los dientes.  El sonido ya no era leve, ni el movimiento tan rápido y los cobertores no le duraban ni un minuto encima, pero ella conseguía lo que deseaba: más caricias y halagos que siempre.  La falsa acción era tan graciosa, que comencé a hacerle burla tiritando al mismo tiempo, y de igual manera ella aprendió a imitarme.   Con el tiempo sólo tuve que decir la palabra: “frío” para que comenzara a castañear sus dientes.

Todavía hoy en día, quienes la conocieron, me dicen: —¡Que lista era la perra!  Le decías que había frío y ella comenzaba a tiritar.

Entonces he de agregar al primer párrafo: también lo hacen por gracia.

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