viernes, 11 de enero de 2013

Perras mentoladas

Trato de llevar las anécdotas cronológicamente, sin embargo algunas se me pasan así como sucedió con esta historia.
 
Fuimos a comprar gaseosas y golosinas con Rk a la gasolinera, no quedaba lejos pero era noche y para darles una vuelta nos llevamos a las perras.
De regreso, Consentida estaba acomodada en el sillón junto al freno de mano y Skippy  iba sentada en mis piernas. Para hacerles larga la salida mi novio dio un par de vueltas más a las cuadras y entonces comenzamos a sentir olor a menta.  Un poco primero y luego el aroma envolvió la cabina del pick up.  Nos agarró desprevenidos y pensamos que era en la calle y que se colaba por los ventiladores.
 
El intenso olor nos causaba curiosidad, Puka (Skippy) se agachaba para oler a su mamá, Rk me comentaba que seguramente alguna fábrica de dulces cercana preparaba la deliciosa mezcla y yo  preguntaba en dónde era ya que nunca antes se había sentido.  Cony (Consentida) seguía en la misma posición, muy tranquilita y callada. 
De repente se escuchó un crujido.  ¿Sería del carro? Nuestro primer instantáneo pensamiento que se desvanecía por el mentolado olor que se intensificaba. 
Todo fue en menos de tres segundos: sonido, ¿carro?, olor y caer en la cuenta de que Cony masticaba dulces encontrados y recién robados de la cajuelita cerca al freno de mano.
La muy mañosa sabía lo que hacía, y por eso el silencio, sin embargo por la emoción, la mordida la había delatado.  Al llegar a casa nos habríamos dado cuenta, pero aún así nos vio la cara por un buen rato. 
 
Regañamos a Cony, le quité de su alcance los dulces que quedaban y tan concentrada estaba en amonestarla verbalmente porque ya se había comido dos, según la evidencia de los envoltorios tirados, que no me fijé cuando Skippy me robó uno de los dulces, hasta que escuché la lucha que tenía con el papelito.  
 
Esa noche, mi pobre Puka se quedó con el antojo,  Consentida, regañada pero con el mejor de los alientos y nosotros (los racionales humanos) nos sentimos tontos, tantas conjeturas y pasar por alto lo obvio.

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