viernes, 17 de diciembre de 2010

Quinto cumpleaños

Cinco años cumplieron ayer mis Cuachuchitos, así les digo a los cuatro Cocker Spaniels hermanos.   Golosinas y abrazos extras recibieron mis peludos.

De las fotografías que se les tomaron, intentado que salieran juntos, ninguna salió bien.   Para ellos fue un juego, saltando enfrente de quien tenía la cámara, huyendo de quien los llamaba a sentarse por un segundo; corriendo de sillón en sillón, con las orejas corridas hacia atrás, como se ven los perros escapando de las carnicerías al robar un hueso.   Fueron más rápidos que el autoenfoque de la cámara y que la seudofotográfo, que reía a más no poder.

Las imágenes sólo tienen sentido para mi esposo y para mí.  Las veremos algún día, dentro de algunos años y no necesitaremos explicaciones del porqué la foto salió cortada, borrosa, o con ojos ya no rojos sino blancos.  Pensaremos en Musa, la Cocker de catorce años, que no salió en ninguna fotografía porque prefirió (con justa razón) seguir durmiendo en su cálido rincón en lugar de participar en la algarabía de los jóvenes cumpleañeros. 

Los Cuachuchitos hoy están cansados, acurrucados entre sí, tal vez esperando otro momento igual que ayer, porque para ellos las fechas no tienen relevancia, sólo las caricias y el tiempo que se les dedica.   Y por qué no, mejor dejo esto por hoy y me retiro para disfrutar de mis chiquitos.


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